martes, 25 de noviembre de 2014

Cronopíldoras: Las fronteras del tiempo ahora también en Facebook

He de reconocerlo, cuando empecé esta bitácora no me imaginaba la gran variedad de información que podría llegar a albergar. Aquí tengo todo el tiempo del mundo gracias a mi De Lorean, pero no el espacio, así que he decidido abrir una filial del blog en Facebook para cronopíldoras. Allí encontraréis todo lo que necesitáis saber sobre #lasfronterasdeltiempo a diario: Actualidad, citas célebres, viajeros en el tiempo, documentales...




miércoles, 19 de noviembre de 2014

Deja vu: en vez de dos, ponga tres (o más)

Qué distinto es ver una película sobre viajes en el tiempo como afición a hacerlo con ojos críticos para este blog. Creedme. Deja vu (2006) me dejó más fría la primera vez que la vi por eso, porque al margen de los fallos de argumento no entendí el mensaje oculto que subyacía, cosa que si hice cuando la revisé el domingo en Cuatro. Aunque lo mismo no existe tal subtexto y soy yo que me estoy volviendo algo cronoparanoica.

Os pondré en antecedentes para los (pocos) que no la conozcáis. Denzel Washington, alias teniente Douglas Carlin, es un artificiero forense de Nueva Orleans que acude al lugar donde un ferry ha saltado por los aires a fin de descubrir el cómo y el quién de la sangría. Una vez allí, el FBI, liderado por Val Kilmer, le ficha para que les asesore en la investigación para la que van a utilizar una "nueva tecnología" denominada Blancanieves. Ésta, en un principio se nos vende como un complejo sistema de visualización triangulada de imágenes producidas hace cuatro días y medio, cuando en realidad, y como Tony Scott nos desvelará más adelante, es un agujero de gusano que permite no sólo ver, sino mandar mensajes e incluso viajar al pasado.

La subtrama, cómo no, es de amor. Nuestro querido Denzel Washington, alias Denzel Washington, comienza a tirar del hilo de lo que ha podido pasar investigando el pasado de una de las víctimas mortales. Su fallecimiento resulta ser previo al accidente y su pasado se convierte en el centro de la investigación. Qué hace, con quién se relaciona... Y sorpresa; poco a poco empezamos a descubrir pequeños detalles que no cuadran: un mensaje de advertencia en el congelador, una llamada al móvil del teniente y unas vendas ensangrentadas.

Val Kilmer controla el agujero de gusano "Blancanieves" 
Según avanza la trama vivimos en dos tiempos la misma historia y nos movemos hacia adelante y hacia atrás hasta presenciar el verdadero viaje en el tiempo de Washington, que corrobora -oh, qué original- que es él el que deja el texto en el frigorífico, el que se llama así mismo desde la casa de la víctima y el herido que deja rastros en la papelera de su baño... O lo que es lo mismo, cuando viaja comprueba que lo que había visto antes indicaba que ya había estado allí y, salvo una frase que enuncia en un momento de lucidez -nada está cambiando-, te das cuenta de que solo estas viendo una parte del mismo círculo que se repite una y otra vez.

Así las cosas, nos damos cuenta de que la película no es un deja vu, es un auténtico bucle. Si nos atenemos al argumento que os acabo de contar el atentado se produce pese al viaje en el tiempo ya que el protagonista está presente en ambos tiempos desde el principio de la película y no puede evitarlo... solo que el director nos lo cuenta 'a mitad' del mismo y no lo descubrimos hasta el final.Todo se repetiría ad infinitum a no ser que...

A no ser qué en uno de los viajes haga algo diferente la masacre está condenada a repetirse. Y, como al final de la película, obviamente, se salvan todos ha tenido que pasar distinto que no hemos podido ver, ha tenido que haber tres Denzel Washington y morir dos, aunque en este caso solo muera uno (el viajero original). Perdón, spoiler.

Obviamente, os he hecho un súper resumen y la película original está trufada de detalles por los que merece la pena verla más desde un punto de vista condescendiente que crítico. Si lo haces a partir de este último punto llegarás a la misma conclusión que yo. Y si no, lo dicho, me he vuelto una auténtica cronoparanoica. 

jueves, 13 de noviembre de 2014

Interstellar, explorando la cuarta dimensión

Hacía años terráqueos que una película de más de dos horas de duración se me hacía corta. Quizá porque Interstellar son varias cintas unidas a modo patchwork que, sin pretenderlo, nos abren diferentes vías para pensar, aunque lo último que nos apetezca al salir del cine sea eso, darle más vueltas y entrar en un bucle sin sentido explicando lo hasta ahora inexplicable. Básicamente porque nuestro nivel sobre física cuántica es, y perdón por el guiño, aún muy relativo.

A priori, las propuestas que nos hace Christopher Nolan son sencillas. Un mundo apocalíptico en el que las plagas y los fenómenos atmosféricos hacen imposible la supervivencia de la Humanidad a más de cincuenta años vista -pero que nosotros ya hemos visto en infinidad de películas recientes- y un pasaje, agujero de gusano mediante, para explorar otros universos a fin de encontrar un nuevo comienzo para ésta en un planeta virgen. Nada nuevo bajo nuestro sol, sobre todo si, como yo, se tiene reciente After Earth y Elysium. Sin embargo, el director no nos presenta una aventura espacial al uso, sino que nos sumerge, literalmente, en un viaje interdimensional en el que lo físico pasa a un segundo plano, aunque sirva para ilustrar lo que hasta ahora pocos cineastas hayan sabido contar. 


Y es que el agujero de gusano, que no sabemos quién lo ha puesto ni por qué hasta el final de la cinta, evoluciona de simple puente intergaláctico a auténtico protagonista, y nos hace adentrarnos en tres argumentos completamente distintos. El del protagonista -Matthew McConaughey repitiendo el papel de Contact pero que nos creemos  más porque tiene arrugas y un Oscar-, que ve como el transcurrir de su horas no coincide con el de sus hijos por mor de la gravedad; el de la salvación de la Humanidad vía valores y sacrificio personal, y el que más nos incumbe en este blog, el viaje en el tiempo, aunque aquí se entienda más como salto entre dimensiones.


Este desdoblamiento argumental sirve a Nolan para cruzar varias veces el umbral de la lógica clásica y presentarnos todo el abanico de posibilidades que da la idiosincrasia del cronoviaje, léase la comunicación transtemporal o la representación caleidoscópica y muy física del multiverso. Aunque se olvida, y ahí está el único error de la cinta, de plantear cualquier paradoja que pueda dejar sin respuesta a las preguntas que enuncia al principio y que intenta contestar al final. Ni siquiera se atreve a pasar de puntillas por cualquier ruptura del continuo, y menos aún, por esbozar la cuestión que debiera subyacer en su grandilocuente obra: ¿qué fue antes, el huevo o la gallina? Al contrario, Interestellar busca el círculo perfecto, como el de sus naves, que giran ad infinitum, gracias a una gravedad, cuya fórmula, según el director, reduce el amor a una dimensión. 

Al margen de esta circunstancia -el huir de cualquier posible fisura y  sentimiento a excepción del paternofilial-, la película tiene todos los aciertos para poder compararla con "2001 Odisea del espacio" y Encuentros en la Tercera Fase, vía tecnología al servicio de la filosofía -no os perdáis a Tars, el robot- y omisión voluntaria de efectivos monstruos alienígenas. Un Nolan que, además, vuelve por sus fueros de los diferentes planos de consciencia ("Origen") y duplicidades ("El Prestigio"), y que firma, si me permitís, su mejor historia hasta el momento.  

lunes, 3 de noviembre de 2014

Tempus, otra de viajes en el tiempo en el idioma de Cervantes

¿Para qué viajar en el tiempo? Hace meses que me hago la misma pregunta. Supongo que depende; conocer un futuro al que no llegaremos, presenciar un acontecimiento histórico, rectificar un error personal o familiar... Algo tengo claro; todos encontraríamos un motivo, cualquiera que fuera nuestra naturaleza. Todos, salvo que perteneciéramos a una en particular, que fuéramos inmortales. ¿Sería necesario añadir o restar horas al reloj si tuviéramos todo el tiempo del mundo?


En mi modesta opinión, no; pero Nerea Riesco parece haber pensado lo contrario colocando esta raza como protagonista de su última novela, Tempus. Y no yerra del todo. Porque, pese a que el argumento no descansa sobre un 'simple mortal' —como debiera ser en este tipo de narraciones para no restar protagonismo al propio género—,  su base científica —la del cronoviaje, no la de la inmortalidad— salva la historia con creces. 

En realidad, la trama es muy sencilla. Tempus narra las vicisitudes de un inmortal y la hija de un científico antes de emprender un viaje de regreso al pasado para impedir los abusos de los suyos a través de los siglos. En el periplo se topa con la policía y sus compañeros de raza. Pero lo mejor es que también lo hace con la ciencia.

Y ese es el quid de la novela. Solo por su base divulgativa merece la pena recorrer las subtramas trastemporales del resto de  inmortales y un escenario que, por intentar en ambos casos resultar fáciles de identificar, se hacen demasiado reiterativos. Más allá de ese marco, la autora bucea en la física cuántica con mayúsculas, no la de bolsillo, sino la más farragosamente bella, para explicarnos cómo, cuándo y por qué, podríamos viajar en el tiempo.

Hay algunos críticos que, precisamente han tachado esta parte de excesivamente densa, pero no opino lo mismo. Ya era hora de que una novela de género abordara el salto temporal con conocimiento de causa y no con fórmulas falsas cuya complejidad evita que nos demos cuenta de lo absurdo de su planteamiento. No. Nerea Riesco nos lleva, metafórica y literalmente al CERN y nos pone al servicio de sus investigaciones y las de sus asesores.

Lástima que Tempus sea una novela "calcetín" y que, al concluirla, te apetezca que la autora la hubiera dado la vuelta y hubiera empezado precisamente donde concluye, en una visión caleidoscópica del tiempo realmente excitante. ¿Quién sabe? Quizá así pueda explotar al inmortal y ya intemporal protagonista. Lo mismo es el inicio de una saga... Eso sí, esperemos que en el apartado rosa, los amantes esta vez sean de distinta línea temporal; sería sublime.



martes, 21 de octubre de 2014

Ángeles, demonios y ¿viajes en el tiempo?

¿A quién no le ha pasado? Comer más de la cuenta, quedarse despierto hasta tarde, opinar sobre algo polémico en redes sociales... hay veces que hacemos cosas a sabiendas de que no son correctas, pero no lo podemos evitar. Luego pasa lo que pasa; que nos ponemos a parir, nos caemos de sueño en una reunión o somos ciberatacados por radicales con toda la razón. Pero lo que he hecho yo esta vez, va mucho más allá, así que voy a expiar mis pecados con vuestra ayuda. Pido disculpas por adelantado.

Tarde de domingo, tengo el blog algo olvidado así que voy a rescatar de la lista del iPlus "una de viajes en el tiempo" para hacer un post rápido y sin complicaciones: "Cuento de Invierno". A ver... "Historia de amor entre Peter (Colin Farrell), un ladrón en la Nueva York del siglo XIX que puede viajar en el tiempo, y Beverly (Jessica Brown Findlay), una rica heredera mortalmente enferma", reza la ficha. Pinta a pastelón cutre, pero seguro que tiene su punto...

Craso error, grande horror.

El despropósito llamado "Cuento de invierno" (2014) no es siquiera una película porque carece completamente de argumento. Coge los de otras cintas y te los suelta a traición intentando que te guste, no; te vuelva loco. De manicomio, diría yo. Y si viajar en el tiempo es coger al protagonista y sacarle en dos momentos históricos diferentes sin contar qué ha pasado, entonces descuelgo el blog y me interno en la López Ibor. Así pues, como no puedo hablaros de paradojas, agujeros de gusano, etc.. me limitaré a reírme de su guión lleno de plagios.

El bodrio "va de" un ladrón de primeros del siglo XX (que vive en las "Gangs of Nueva York") al que rescatan de niño de un barquito en el puerto de Nueva York (como en "Los Diez Mandamientos"). De la noche a la mañana cuelga el antifaz de bandolero y se va a vivir a un castillo en los Hamptons (rollo Cenicienta) porque se enamora de joven pelirroja y tísica (igual que Nicole Kidman en "Moulin Rouge"). Allí, la familia con la que se encuentra es de traca; el padre no le deja bailar (al estilo "Footloose") y su la hermana pequeña piensa que, cuando la prota se muera, un príncipe la salvará con un beso en el invernadero (cual Bella Durmiente).

A todo esto hay unos señores muy malos, que son unos demonios (literalmente) y le persiguen. Así que cuando se muere la nena, que se muere porque eso es lo que le da el punto tristón a la película, van a por él para robarle el alma.  Pero no pueden, porque viene un caballo blanco (gemelo del de "Legend" pero con alas) que le lleva al puente de Brooklyn, desde donde se tira para 'viajar' cien años al futuro (igualito que en "Kate & Leopold").

Una vez en el siglo XXI, encuentra a la que iba a ser su cuñada que, si mis cálculos no fallan, debe tener 120 años. Pero ella está como una rosa (como Goldie Hawn en "La Muerte os Sienta Tan Bien)  porque es editora del New York Times y eso conserva. Esta vez, el protagonista, sí se libra de los demonios y ayuda a salvar a "alguien" en el invernadero; una niña enferma de cáncer que aparece de la nada a final de la cinta, y que el guionista cree que le da sentido y calidad a todo porque también es pelirroja. Luego él se va volando con el caballo blanco al cielo y fin.

Sí. Si a alguno de vosotros ha encontrado alguna similitud entre esta crítica de andar por casa y las virguerías que hace Ángel Sanchidrian, toda la razón. Pero era la única manera de salvar este post. Igualito que los actores que participan en esta atrocidad y de los que el director debe saber muchos y muy oscuros secretos para que terminaran participando en semejante esperpento. A saber, Colin Farrell, Jennifer Connelly, Will Smith y Russel Crowe. Total nada.

Como diría el autor de Sinopsis de Cine, os la recomiendo si os va salvar a desconocidas pelirrojas en el invernadero y ser editoras inmortales del New York Times.





miércoles, 3 de septiembre de 2014

Trazando "El Mapa del Tiempo"

No me dedico a la crítica literaria profesional, por eso, cuando me toca hacer la reseña de algún título en este blog me da pavor ponerme delante del teclado. Más aún si el libro está tan bien escrito como "El Mapa del Tiempo" y, además, ha sido pergeñado en el idioma de Cervantes -aunque su trama se desarrolle en el Londres de finales del XIX-. Me quito el bombín ante Félix J. Palma, autor al que pienso seguir más allá de las fronteras del tiempo -por "El Mapa del Cielo", yendo más lejos—. Porque su prosa, soberbia, te aguanta los cronoviajes y lo que le echen; y, su imaginación y originalidad hace que se tambaleen los que para mí han sido hasta el momento los referentes del género en el ámbito de la literatura. Ya me gustaría a mí verles escribiendo ahora sobre el tema que descubrieron sin caer en los lugares comunes de los que huye un dulcemente embaucador Palma.

Lamentablemente, poco se puede decir de "El Mapa del Tiempo" (Editorial Algaida) sin caer en el spoiler. Aunque está dividido en tres capítulos aparentemente independientes, sus personajes y tramas no pueden vivir los unos sin los otros por razones que no debemos desvelar. Y es ahí donde reside el gran acierto de la novela, que deja su verdadera trama y a su principal protagonista en planos secundarios hasta el último tercio del libro con el fin de envolverte y coger carrerilla para pegar después un doble mortal con tirabuzón y... caer de pie. Esto sólo lo puedes hacer si, uno, eres un narrador prodigiosamente metamórfico y, dos, lo sabes y te quieres lucir.

En ese cinematográfico divagar, Palma despliega su saber hacer durante más de la mitad de las 650 páginas del libro contándonos las vicisitudes de personajes profusamente descritos en situaciones que podemos ubicar fácilmente gracias a un casi documental Londres victoriano. Quizá al principio resulte chocante ver a H.G. Wells y Jack el Destripador o El Hombre Elefante relacionándose entre las mismas líneas a modo de "La liga de los hombres extraordinarios", pero en esa sensación también hay magia. El autor consigue que demos total veracidad a lo que en ellas escribe... algo que no resultaría tan extraño si no fuera porque estamos hablando de 'una de viajes en el tiempo'.

En este último aspecto, además, es brillante y toca todos los palos del subgénero desde una nueva perspectiva y, no contento con eso, los dota del suspense perdido en este entorno. Es más, el autor de "El Mapa del Tiempo", nos habla con talento de saltos y paradojas, de Historia y libre albedrío, y ni les pone nombre para dejarnos con hambre de más. No me extraña que este maravilloso libro haya sido merecedor del XL Premio Ateneo de Sevilla ni que esté traducido a casi treinta idiomas -con portadas mucho más a la altura que la de su edición en castellano, por cierto-. Sí que me sorprendió, gratamente, ver un artículo de Palma en El País —"Paradojas del tiempo, ¿matar a la abuela o  ganar el mundial?"— y que fuera la percha del artículo del que ya he hablado "Viaje con nosotros en el tiempo", que constata la época dorada de que está viviendo este maravilloso imaginario en nuestro país.

Nota al pie: Ya me estoy leyendo "Tempus", de Nerea Riesco. No digo más.






lunes, 25 de agosto de 2014

Salir del DeLorean (time travel manifesto)

Ha pasado casi un mes desde mi última entrada. Tranquilos, no es por falta de actividad, todo lo contrario. Estoy trabajando en el posicionamiento del blog -con dominio propio- y preparando los próximos posts, entre ellos la crítica del libro "El Mapa del Tiempo" y una pequeña reseña sobre una tienda estadounidense muy singular. Ya la descubriréis.

Sin embargo, no me gustaría que pasaran más días sin dar señales de vida, sobre todo cuando cada vez es mayor el número de personas, amigos, colegas y recién conocidos, a los que desvelo la existencia de esta bitácora. Es más, a muchos de ellos les dedico estas próximas líneas. Queridos, dejad de haceros los sorprendidos; vosotros también queréis cruzar fronteras, las del tiempo, o las que sean.  


No creo ni dejo de creer en los viajes en el tiempo como algo real. La física cuántica avanza y, quién sabe, lo mismo algún día nos llevamos una sorpresa. Mi intención al escribir este blog no es como algunos me han dejado caer, demostrar algo que hoy por hoy no se puede hacer, sino todo lo contrario. Quiero radiografíar las entrañas de un subgénero de la ciencia ficción que, como ésta en muchas ocasiones, entronca con la Historia, la Filosofía y la Antropología.

Hemos deseado viajar en el tiempo desde los albores de la Humanidad y si no, pensadlo bien. ¿Quién no ha querido, en un momento dado, ser capaz de deshacer un acto, o todo lo contrario, ver sus consecuencias a largo plazo? También los hay que viven en el pasado, muchos lamentándose de no poder volver a recrear ciertos momentos y otros que, en cambio, sólo piensan en el futuro. Ay si hubiera sabido que esto iba a suceder, ay si pudiera parar el tiempo. ¿Y si..?, decimos la mayoría.

Y luego está el arte. La literatura y el cine, pero antes, la mitología y las leyendas, nos han hablado de cómo el hombre se ha enfrentado a su existencia dentro de una cuarta dimensión y cómo, rompiendo sus reglas, ha podido viajar en el tiempo. A veces con la mente; otras con máquinas. En realidad no importa el vehículo sino la forma en la que cada autor, director, o colectivo aborda 'el salto' y sus consecuencias. Porque ahí es donde late el verdadero corazón de este tipo de aventuras. Ahí entramos en la paradoja, la ucronía y los universos alternativos que en un principio pueden parecer ajenos pero que forman parte de nuestras vidas, más de lo que nosotros creemos.

Porque, entrando en un ámbito más mundano, os aseguro que no hay día que en algún capítulo de serie o película de televisión no encontremos una historia que incluya los viajes en el tiempo. Fijaos. En las estanterías y en las carteleras, cada vez son más los autores que nos acercan a esta temática -prueba de ello es el artículo "Viaje con nosotros en el tiempo" recientemente publicado en El País Cultural-. De hecho, en mi propio círculo tengo el ejemplo de una amiga cuyo padre disfrutaba jugando con ella a los viajes en el tiempo cuando era pequeña y un compañero de trabajo que, pasando sus vacaciones al otro lado del charco, ha colgado una foto con DeLorean de "Regreso al Futuro" en una visita a los Estudios Universal como hito en su viaje.

¿Se sienten ellos diferentes por este motivo? Desde luego que no, y yo, tampoco. Soy periodista y trabajo en un ámbito que poco o nada tiene que ver con estas lineas, pero tanto en mi vida profesional como en mi vida personal comparto la curiosidad y las ganas de aprender. He elegido para esta segunda esfera los viajes en el tiempo porque siempre me han apasionado y quiero vivir esta aventura con otros que, como yo, se atreven a dar un paso adelante, salir del DeLorean y cruzar conmigo las fronteras del tiempo.

domingo, 27 de julio de 2014

El efecto mariposa o la crónica temporal de un esperpento

Esta semana pillé en la tele "El efecto mariposa" (2004) y he de decir que, pese a que no me terminó de convencer la primera vez que la vi -muy yanki, demasiado adolescente-, sí que merece la pena dedicarle unas líneas en este blog. Lo haré aunque sólo sea porque su estructura sirve de base para la maravillosa "Una cuestión de tiempo" (2013), de la que ya os hablé hace pocos días, y para demostrar que aunque seas experto en abordar este tipo de temas, si no tienes nada que contar, es mejor que no lo hagas.

A decir verdad, la segunda es una descarada imitación de la primera; en ambas el protagonista hereda de su padre la facultad de trasladarse en el tiempo -vía armario en una; leyendo un diario, en la otra- y, también en las dos, se estudian los efectos de cómo un minúsculo cambio en un momento clave del pasado puede desencadenar un futuro completamente distinto. Y hasta ahí admito similitudes. Porque si bien "Una cuestión de tiempo" habla de amor, familia y realización personal en un contexto con el que todos nos podemos identificar -léase europeo-, la que nos va a ocupar los próximos párrafos lo hace de asesinato, abuso infantil y amputaciones -sí, así de gore- en el medio sur norteamericano. O lo que es lo mismo, pandilla de pueblo a lo 'Cuenta conmigo', instituto rollo 'El Club de los Cinco' y universidad alfa, pi, épsilon... y todo en versión peli de medio día en Antena 3.

El protagonsita se traslada al pasado leyendo su diario

Aún así, la película de Eric Bress tiene aciertos. El mejor, arrancar la historia a mitad de la trama con el protagonista en su último salto, y a partir de ahí narrar gran parte del argumento a modo flashback -algo complejo si lo que estás contando es una de viajes en el tiempo-. También es digno de mención el tempo de la narración y cómo va dosificando a lo largo de ella pequeños detalles que ayudan a la comprensión integral de la trama. Eso tampoco lo voy a negar.

Pero con lo que no pude la primera vez que la vi -y me reafirmo tras el segundo pase-, es con la falta de imaginación de la historia  que cuenta, previsible, aburrida, tediosa. En su intento de parecer opresiva entra en bucle, pero no del que te atrapa, sino del que te induce a pensar que te están tomando el pelo. ¿No quieres tópicos yankis? Pues hala, toma tres tazas en cada uno de los saltos, y si no te ha parecido heavy la primera vuelta de tuerca, te lo cuento otra vez y te lo elevo al grado de caricatura. Ni el majete de Ashton Kutcher  la salva. Es más, hay veces que te dan ganas de meterte en la pantalla y decir: "Tú eres muy tonto".



Vamos, una auténtica lástima porque ante una trama un poco más verosímil, quizá con algo más de trascendencia, y con un protagonista con el que nos hubiéramos identificado mejor, su estructura y ritmo hubieran convertido a esta película en un buen clásico del género. Menos mal que Richard Curtis se dio cuenta y la elevó a los altares en ese maravilloso plagio que es "Una cuestión de tiempo". Lastima que de ésta no haya secuelas y sí, dos, del esperpento del que os acabo de hablar.


jueves, 17 de julio de 2014

Una aventura en el tiempo, mucho más que un Expediente X

Llevo varias semanas recluida para terminar mi nuevo relato, que si Dios quiere publicaré con mis compañeros de aventuras literarias dentro de unos meses, y casi se me pasa hablar de un libro del que, dado que el lunes se cumplío el 225 aniversario de la toma de la Bastilla, es de obligada crónica. Se trata de "Una aventura en el tiempo" (Editorial Fábulas de Albión) y realmente no es una novela, si quiera un ensayo; es una investigación que pretende confirmar la experiencia transtemporal de Charlotte Moberly y Eleanor Jourdain, la primera directora del primer colegio universitario de Oxford para mujeres, St. Hugh, y su segunda al mando. El escenario, de ahí mi comentario del principio, París y, el time slip, del 1901 a alguna fecha comprendida entre 1780 y, cómo no, 1789.
 
La 'narración' pretende ratificar a dos voces y varias velocidades que las dos autoras experiementaron un auténtico viaje en el tiempo (real o metafórico/léase una de fantasmas) en su visita al Petit Trianon -palacete que el Rey Luis XVI construyó para María Antonieta en los Jardines de Versalles- y para ello utilizan técnicas de investigación empírica a través de los recursosde la época. A saber, biblitoecas, hemoerotecas, registros de la propiedad, museos del traje...

Cuentan con poco material de base -un mapa de principios del XX que no se corresponde con lo que ven, varios personajes ataviados con indumentaria de siglo y medio atrás de la época y la sombra de la mismísima María Antonieta-, pero les da el suficiente juego, junto con el relato previo de su experiencia, para tirar de muchos y muy diferentes hilos, aportar pruebas irrefutables, y componer una ejemplar hoja de ruta sobre los viajes en el tiempo.

Mis amigas Charlotte Moberly y Eleanor Jourdain
Sí, amigos. Que aquí la gracia no está en lo que cuenta el libro sino cómo lo cuenta y, sobre todo, cuándo lo contó. "Una aventura en el tiempo" fue las pioneras en la materia, a escasos quince años de la publicación del clásico de H.G Wells, y en su estructura descansa la construcción de muchas de las posteriores inclursiones en el género desde la literatura o el cine. Así que si os hacéis con ella y os resulta pesada, ni chistéis; y si tomáis por locas a mis amigas Moberly y Jourdain por intentar verificar lo imposible, cuidadito. Tener las narices de creerse y escribir sobre algo así a principios del siglo XX desde su posición profesional -recordad que eran mujeres- tiene tela, pero atreverse a hacerlo simplemente como experimento-divertimento para ver la reacción del público, es de cum laude. No me extrañaría que estuvieramos ante el primer mockumentary literario del siglo XX... Ahí lo dejo.

Por cierto, entregué antes de ayer el relato que me ha tenido alejada del blog. No puedo dar pistas, pero que lo comente por aquí ya os debería dar una idea de por dónde van los tiros... Os tendré informados.

domingo, 29 de junio de 2014

Los héroes del tiempo o el pasado de Terry Gilliam

No, no voy a hablar de Doce Monos. Años antes de que el más pasado de los Monty Python firmara este gran clásico de los viajes en el tiempo, ya había hecho varios pinitos en corto y uno, a modo secuoya regada con ácido, en el largo.  Me refiero a Los Héroes del Tiempo (Time Bandits), de 1981. Película que bebe del absurdo de los apóstoles de humor británico de los setenta y a la que, además de lo miembros más destacados del grupo -John Cleese, Michael Palin-, se le suma todo el imaginario del Gilliam posterior -Varón Munchaussen y Rey pescador- sin refinar. Ah, y George Harrison en la producción, ojo al dato.

La historia es de traca. Narra las peripecias de un niño al que le sale un grupo de enanos, muy narnianos ellos, del armario de su cuarto y se ve obligado a pregrinar junto a ellos por la Historia y la Mitología robando unas cuantas fruslerías -a saber, la Mona Lisa, el bicornio de Napoleón....- para acabar decidiendo el destino del universo en el Templo de la Oscuridad Total. La naturaleza de los viajes es quizá lo menos original de toda esta locura, son agujeros de gusano con Fx de segunda. Pero Gilliam se cuida mucho de dar una explicación muy a su estilo: El Creador, al construir en solo siete días el mundo, se dejó alguna puertecilla abierta y los enanos, de profesión 'chapuzas del universo', tienen la misión de ir cerrándolas. Pero no lo hacen, porque a ellos lo que les gusta es diseñar árboles y deciden robar el mapa del tiempo para, gracias a él, hacerse con un buen botín.

Los enanos, sus gorros de ladrones trastemporales y el mapa de agujeros de gusano

En realidad, por mucho que me pese de cara a este blog, la trama es una simple excusa para poner en solfa el consumismo atroz -toda las escenas del presente están forradas de plástico— y la obsesión de la tecnología de principios de los ochenta —desde el microondas hasta el robot de cocina, hoy Thermomix—. A falta de paradojas, algo de crítica social, supongo. Aunque he de decir que el responsable de Brazil se acerca a ella con la mejor de las fantasías postmodernas y un humor que, sin llegar a ser The Flying Circus, es digno de tener su sitio entre los clásicos. "¿Conoce usted a los pobres? Permítame que se los presente", le dice Robin Hood /John Cleese, al protagonista; "A Dios no le interesa el silicio", comenta el amo de la Fortaleza de la Oscuridad Total. La aparición estelar de Sean Connery como el rey Agamenón es ya de por sí toda una chufla. "¿Y qué hacías tú en Grecia? -le pregunta uno de los enanos al niño mientras se hunde el Titanic-. Es el país más pobre y que da más quebraderos a  Europa". Ahí lo dejo.



domingo, 22 de junio de 2014

La paga y la ilusión del viaje en el tiempo

Tengo al retortero varios posts, uno de ellos, mi nada halagüeña impresión acerca de "X-Men: Días de Futuro Pasado", que me dejó más fría que un soplido del Hombre de Hielo y que utiliza el viaje en el tiempo como excusa barata para resucitar personajes (ni si quiera es una percha para el reboot). Pero precisamente esa sensación de querer y no poder es la que me lleva a escribir sobre una ingeniosa historia que, de otra manera, quizá no hubiera abordado nunca. Se trata del cómic ciencia ficción La paga, escrito por Philip K. Dick, publicado en 1952 y que fue adaptado al cine en 2003 bajo la batuta de John Woo y con el título de Paycheck.

La pillé por casualidad en La Sexta el viernes y, aunque ya la había visto y me conocía el relato de memoria, me llamó poderosamente la atención en contraste con el fiasco de X-Men. Aquí no nos transportamos a futuro o al pasado, es verdad. Pero a diferencia de la anterior, el movimiento a través de los meses y años, hacia adelante y hacia atrás, es mucho más consistente y lleno de matices. Todo un hallazgo para el subgénero: la ilusión del viaje en el tiempo.

Para ello, Phillip K Dick, nos mete casi literalmente en la piel de Michael Jennings, un ambicioso ingeniero electrónico que trabaja puntualmente para grandes compañías. En ellas, desarrolla proyectos hipersecretos de los que luego no puede recordar nada, borrado de cerebro mediante. La mayoría de las veces son  uno o dos meses los que 'pierde' a cambio de una sustanciosa suma metida en un sobre. Sin embargo, la historia en la que se centra el relato, y también la película, es la de un 'trabajo' que parece más ambicioso; dos años, tras los que el protagonista no recibe una paga, sino un paquete con un par de decenas de objetos aparentemente sin sentido.

Peter Jennings (Ben Affleck) haciéndose un détox de recuerdos en Paycheck
Poco a poco, Jennings descubre cómo cada uno de estos le es de utilidad para escapar de una situación que no controla. El FBI le sigue la pista y sus antiguos compañeros de negocio quieren acabar con él. ¿Quién le había dejado aquello en el sobre? ¿en qué había estado trabajando esos dos años? Las piezas del puzzle comienzan a encajar pronto en el texto de los cincuenta y un poco más tarde en la película de los 2000. El proyecto es la creación de una máquina que predice el futuro y el remitente de los objetos es él mismo, que ha visto su propio destino antes del borrado de cerebro. Algo más tarde descubre, además, que el hecho de la máquina pueda predecir acontecimientos venideros, los termina provocando (plagas, bombas atómicas, lo normal...), con lo que hay que acabar con el artilugio en cuestión.

El protagonista va descubriendo poco a poco el significado de los objetos
No entro en el final de la historia porque, en mi opinión, no está a la altura del concepto ni quiero entrar en terreno spoiler. Pero el hecho de conocer los acontecimientos futuros y que el protagonista intente interferir en su propio libre albedrío desde un pasado que no recuerda para modificarlo y generar una nueva línea temporal es toda una proeza narrativa. Y en ningún momento viaja en el tiempo, solo ve el futuro a través de una ventana. El efecto de la clásica visita del yo del futuro al yo del pasado para proporcionarle una información valiosa para su superviciencia se invierte magistralmente gracias a la falta de recuerdos; es el yo del pasado que se comunica física (y postalmente) con su homólogo del futuro y le ayuda anticipándose a la calamidad, primero universal y luego propia.

Así predicen el futuro los protagonistas de Paycheck (2003)
Analizando detenidamente el engranaje del juego que nos propone el autor, entramos en barrena, sí. La predicción que Jennings hace de sí mismo y cómo va a ir necesitando los objetos es lineal e inalterable. Es decir, que si nos atenemos a la lógica del efecto mariposa, él no puede ver qué va ir necesitando según los va usando porque modifica los acontecimientos. Ya empleado el primer objeto la progresión prevista se alteraría y el resto de su visión sería 'falsa', con lo que la premisa de toda la historia no tiene ningún sentido. Una lástima cuántica, la verdad.

Dicho esto, si tenéis oportunidad de pillar el relato o ver la película tras esta crítica, os lo recomiendo. No tanto que vayáis a ver la última de X Men por el título o por su amago de trama de viajes en el tiempo. Eso sí, si simplemente sois fans la saga (y/o, también de Herr Michael Fassbender), pasaréis muy un buen rato de acción y Fx. Os dejo que voy a mirar el buzón...

viernes, 16 de mayo de 2014

Futurama y los canales malditos de la TDT

No sé vosotros, pero yo sigo indignada con el cierre de los nueve canales de la TDT que se produjo hace diez días. Entiendo lo ocurrido y puedo llegar a comprender la decisión pero, si se indulta a presos por Navidad y Semana Santa, ¿por qué no hay perdón para los buenos contenidos en abierto (y legales, para variar)? Hay muchas plataformas que se han erigido en contra de esta situación y, quién sabe, puede que todavía haya alguna posibilidad... De hecho, desde que se hizo pública la noticia del apagón no dejo de acordarme de lo que ocurrió con Cartoon Network, que chapó en 2007, y que se intentó llevar consigo una de las mejores series de animación occidental, Futurama. Afortunadamente un millonario saudí la rescató produciendo varias temporadas más para la Comedy Central y que aquí podemos ver todavia en abierto en Neox... hasta que nos la chapen también.

Precisamente en Neox pillé hace un par de días el piloto de la serie y constaté que una de las mejores maneras de abordar el sci-fi, especialmente los viajes en el tiempo, es choteándose de todo y de todos. Eso sí, para ello tienes que tener un dominio absoluto de la materia. ¿Cómo si no se les hubiera ocurrido a los guionistas darle la vuelta, literal, a la paradoja del abuelo y convertirse así en referente cada vez que se nombra esta teoría en cualquier estudio serio sobre la materia?



Futurama arranca con una pequeña trampa porque su protagonista, Fry, no viaja en el tiempo, sino que, fruto de un accidente, entra en estado de criogenización del que despertará mil años después. Pero no nos importa —sobre todo cuando sabemos que el accidente en realidad es una maniobra de alguien que se ha trasportado al pasado de verdad—, porque es la excusa perfecta para explorar el futuro según Matt Groening, el creador de The Simpsons, y dibujar deliciosas tramas de veinte minutos salpicadas de homenajes científicos y revisiones de clásicos pasadas de rosca.

Los personajes no tienen desperdicio: Leela, la cíclope de pelo azul; el profesor Zoidberg, el calamar/langosta con arranques de vergüenza ajena; Philip J. Fry, el protagonista, un Marty Mc Fly de los noventa -de ahí el guiño a Michael J. Fox del nombre- y, el mejor, Bender, el robot que necesita alcohol para mantenerse sobrio, que vive en una armario -y su armario es un gran salón- y cuya existencia se basa en el hobby de "matar humanos". Hasta los secundarios enganchan, sobre todo, Mamá, una femme fatale de cuero, empresaria en sus ratos libres, que va por ahí disfrazada como una dulce y tierna abuelita; y el presidente Nixon, o mejor dicho, su cabeza, conservada en formol en una urna.

Todos trabajan como repartidores de la empresa Planet Express, regentada por un científico loco, una excusa perfecta para viajar a planetas y tiempos inexplorados y montarla. De este último aspecto, que es el que realmente nos interesa, os recomiendo que veáis dos grandes capítulos y una de las películas que se produjeron entre el apagón y la resurrección de la serie:

Tiempo y humor

"Todo anda bien en Roswell"(SE03 E19) - Se llevó un Emmy, con eso os digo todo. Cuenta cómo Fry genera un agujero de gusano al ponerse a cocinar palomitas de maíz -sin quitarle el envoltorio metálico- cuando la nave de reparto pasa cerca de una supernova. El túnel transporta a toda la tripulación al 9 de abril de 1947, fecha aproximada al momento en el que el padre de Fry fue concebido. Ya sabéis dónde voy, ¿no? Además de poner en solfa la paradoja del abuelo -Fry asesina a su abuelo pero no ocurre nada porque en realidad no era su abuelo biológico, sino él mismo, que se acuesta con su abuela-, los productores nos reservan maravillosas sorpresas para los breves 20 minutillos del capítulo. Como que Bender, roto en mil pedazos tras el viaje temporal, debe dejar su cabeza escondida y recojerla a su regreso al siglo XXXI -vamos, que su cuerpo en realidad tiene 4 años y su testa mil y pico-. Sublime.

Fry, antes de matar a su abuelo, y chotearse de la paradoja del ídem

"El difunto Fry" (SE06 E07).  Homenaje canalla al clásico de H.G. Wells "La Máquina del Tiempo" en el que Fry, Bender y el profesor dan saltos por el ídem entre el 3010 y el  1000000000, a lo grande, vamos. El universo ha aparecido y desaparecido hasta tres veces y los protagonistas juegan con varios conceptos sobre la fabricación de vehículos espacio tiemporales y luchan para no crear paradojas a golpes, literamente. ¿Que nos topamos con nuestros yos por mor de las realidades alternativas? Pues nos los cargamos y punto.

Los Morlocks según Matt Groening.

"El juego de bender" (2008) Es la primera de las cuatro películas de Futurama, que se preparaba para su vuelta tras el cierre del canal Cartoon Network. Ideada para emitirse en cuatro capítulos, la vi del tirón y me dejó impactadísima porque, de nuevo, hila fino con las paradojas y se ríe de todo y de todos. Como no puede ser menos, el Profesor descubre el secreto de los viajes en el tiempo sin paradoja en forma de código binario en un tatuaje hecho en el culo de uno de los protagonistas y, a partir de ahí, la cosa se desmadra. Bender viaja al futuro y al pasado liándola parda y poniendo en un brete a toda la Humanidad.

Y hasta aquí mi pequeño homenaje a Futurama, deseándola una nueva resurrección. Como la de a esos canales que nos han dejado. En su honor, un trocito de la cabecera; solo oírla, te alegra un poquito el día.


domingo, 20 de abril de 2014

Una cuestión de tiempo

Había leído buenas críticas, pero no me imaginaba que esta película me iba a dejar tan KO. Sí, a primera vista es otra comedia romántica más, con la diferencia -aparente excusa barata- del salto temporal. Sin embargo, va mucho más allá; es un auténtico tratado filosófico sobre la materia y, si existe poesía detrás de los viajes en el tiempo, esta cinta compone sus versos con una métrica perfecta y la más poderosa de las rimas. La que armoniza con la vida.


Una cuestión de tiempo (Richard Curtis, 2013) arranca como el mejor de los relatos del género. Tras una fiesta de fin de año, el padre del protagonista le confiesa el secreto de la familia: todos los varones a partir de los 21 tienen el 'don' de viajar en el tiempo. Al pasado para ser exactos. Y lo hacen de la más sencilla de las formas, metiéndose en un lugar oscuro, apretando los puños y pensando en aquel instante al que quieren ir. Eso sí, tienen que haberlo vivido antes.

Puede parecer una estupidez, pero el quid de la historia no está exactamente en cómo se viaja, tan si quiera en la paradoja como su principal consecuencia. Como dice patriarca de la familia, no hay que preocuparse por el efecto mariposa si tienes algo de cuidado; no vas a poder matar a Hitler ni a acostarte con Helena de Troya. Una cuestión de tiempo es, en realidad, una cuestión de elección.

Y es que, si bien es cierto que durante la primera hora de la película, nuestro protagonista utiliza su facultad para corregir ciertas situaciones supeficiales -para ligar, para ayudar a un amigo...-, según va avanzando la trama, su vida se va volviendo más compleja y los pequeños daños colaterales que pueden surgir sobre la marcha -no conoces a tu chica en un restaurante, tienes que ir a buscarla a un museo-, se hacen cada vez más difíciles, si no imposibles, de salvar. ¿Cuál es el precio a pagar por tener un instante más con ese familiar que ya no está? Si tuvieras que elegir entre la salud de una persona cercana y tu propia línea temporal vital, ¿por cuál opción te decantarías?

En la reflexión sobre la propia existencia está la magia y Curtis, cuya sensibilidad narrativa y musical está más que comprobada con el guión, por ejemplo, de "Cuatro bodas y un funeral" (1994) o la dirección de "Love Actually" (2003) o "Radio Encubierta" (2009), la dosifica magistralmente durante las más de dos horas de metraje con pequeñas y grandes historias de la vida, con unos secundarios brillantes al mejor estilo de la comedia británica y, sobre todo, con un magistral muestrario de (buenos) recursos clásicos de los viajes en el tiempo. Creedme, este último punto sorprende hasta el instantes antes de los títulos de crédito

Entraría en más detalles, pero sería una pena desentrañar una fábula tan bien contada, que no deja de evolucionar y crecer, y que hay que vivirla de principio a fin, bucles incluidos.

jueves, 10 de abril de 2014

Actores que repiten en el tiempo

Hay quien para dormir cuenta borreguitos; yo, anoche, actores que han viajado en el tiempo en sus películas. Y descubrí que hay algunos a los que les gusta más que un tonto un  lápiz y repiten, y no solo una, sino hasta dos veces más, sin contar secuelas... ¿Por qué será? Aquí va el ranking que hice esta madrugada (aviso espoilers):


1. Jake Gyllenhaal, mejor suerte a la próxima
Saltó a la fama con  "Donnie Darko" (Richard Kelly, 2001) donde pasar 28 días, 6 horas, 42 minutos y 12 segundos viendo conejos antropomorfos, el pobre moría aplastado por un motor de avión que viajaba en el tiempo para evitar una paradoja que acabaría con el mundo. Y mejor, porque lo que esconde"Código Fuente" (Duncan Jones 2011), en la que revive una y otra vez un atentado para encontrar una bomba, es un sufrimiento, tronco. Menos mal que consiguió algo de tiempo en "El Principe de Persia" (Mike Newell, 2010) para acabar vivo, entero y con la chica, aunque ésta última no se acordara de él por mor de paradoja.


2. Bruce Willis vs Bruce Willis
A "Doce Monos" (Terry Guilliam, 1995), donde viaja atrás en el tiempo para evitar el comienzo del fin del mundo tal y como lo conocemos, se le sumaron después "The Kid"  (John Turtlelab, 2000), una cinta autoayuda que se pasa por el forro el continuo espacio tiempo, y "Looper" (Old Joe, 2012) que, pese a las expectativas, termina siendo una versión gore de justo la cinta anterior. Os prometo que si en algún momento tengo la oportunidad de charlar con mi yo del pasado no le enseñaría ni a pelear con matones ni a evitar ninguna organización criminal; le advertiría de que no se enganchara a "Como conocí a vuestra madre", que el final tenía tongo.


3. Eric Bana, a pelo
Como muchas de mi quinta, lo descubrí en todo su esplendor con "Troya", pero realmente se ha hecho un hueco en mi corazoncito por ser uno de los viajeros en el tiempo más originales. Bana se ha dado dos garbeos interesantes por este género. El primero, en "Más allá del tiempo" (Robert Schwentke, 2003), donde se nos proponía una idea bastante original; un hombre capaz de viajar en el tiempo como resultado de una alteración genética. Eso sí, no lo controlaba y, el pobre, se trasladaba desnudo. Lo contrario sucedía con su calvísimo Nero, en el reboot de J.J. Abrams de Star Trek, que era el artífice del "Nuevo comienzo" de Spock en 2009.


4. Keanu Reeves, el viajante eterno
No me estoy confundiendo, ya sé que no cuenta viajar entre la realidad y universos virtuales, ni entre la vida y la muerte. Sosoman viajó por el tiempo muchos años antes de "Matrix" y "Constantine", en las dos entregas de Bill & Ted  (1989 y 1991) y en una  pastelosa comedia romántica llamada "La Casa del Lago" (Alejandro Agresti, 2006) que adaptaba un film coreano y en la que se reencontraba, oh cielos, con Sandra Bullock, doce años después de Speed.




5. Christopher Reeves, al pasado por amor
Después de hacer girar la tierra en sentido contrario para retroceder en el tiempo y salvar a su amada Lois en 1978 (el primer contacto que tuve con este género) el mejor "Superman" de todos viajó a principios del siglo XX para enamorar a una jovencísima Jane Saymour en "Algún lugar del tiempo" (Jeannot Szwarc, 1980) en la que es una de las mejores historias de amor con ida y vuelta en el reloj. 
Y mira que lo han intentado...



6. Jim Caviezel, siempre desde la barrera
Ni hacia adelante, ni hacia atrás. No se ha movido nunca de su tiempo, pero Jim Caviezel ha protagonizado ya dos películas con esta temática. "Frequency" (Gregory Hobblit, 2000), y "Déjà Vu"  (Tony Scott, 2006). En el primero conseguía hablar con su difunto padre a través de una radio que conduce su voz cuarenta años atrás y, en el segundo, era el malo malísimo al que le hubiera venido bien que fuera correcta la paradoja del abuelo.





Y aquí me quedé frita. ¿A alguien se le ocurre algun actor más? Mejor, ¿alguna actriz?

viernes, 4 de abril de 2014

Giratiempo, cuatro horas de más con Harry Potter

Creo en el destino, aunque también en el libre albedrío; en que el primero te da opciones y el segundo te permite decidir entre ellas. Y no digo que el destino sea el jefe de programación de La Sexta 3, pero si el domingo pasado pusieron Harry Potter y el prisionero de Azkaban, es que el universo me daba la posibilidad de dejar a un lado la idea que tenía para el post de esta semana -actores que viajan en el tiempo- y adentrarme en el mundo de J.K. Rowling y su limpia visión de la paradoja temporal. ¿Adivináis por cuál me voy a decantar?



Antes de entrar en materia, confesaré que ésta es la aventura que más me gusta de la saga junto con "El cáliz de fuego". Introduce la oscuridad como personaje y ya no la abandona hasta el final. El pasaje del Quidditch bajo la tormenta y la Limbus 2000 haciéndose añicos, es una metáfora terriblemente bella y representa el paso de sus protagonistas de la inocencia de la infancia a la árida realidad de la madurez por un camino que no podrán desandar. Y al igual que en la vida real, es en la tercera entrega de los de Howarts, donde adquirimos con ellos las herramientas que luego nos ayudarán a enfrentarnos a nuestros demonios. Por eso es aquí, no antes ni después, cuando descubrimos a los dementores y aprendemos a conjurar al patronus. El destino nos da las opciones...

La versión para el cine también se adaptó a esta progresión. La sustitución del angelical Chris Columbus por el gran Alfonso Cuarón fue el primero de los aciertos. Había que abandonar el tono amable de las dos primeras entregas y bucear por el lado oculto de la magia, y nadie mejor que él para hacerlo. Les quitó el uniforme a Harry, Ron y Hermione, y les vistió de sport, listos para la batalla. Howarts se transformó. Sobre sus relucientes muros la vegetación creció hasta apoderarse de cada plano, al igual que los dementores de las almas de los protagonistas. Nos hacíamos mayores también a través de la gran pantalla, porque todavía no nos habíamos repuesto del rumor que anunciaba una muerte importante en el quinto libro cuando afrontábamos anticipadamente otra de carne y hueso; la del actor Richard Harris, que ya no se podría volver a poner la capa de Ambus Dumbledore. Sir Michael Gambon, ocupaba su lugar por primera vez para esta película.

Prisioneros del tiempo 

Tanto en novela como en celuloide, el viaje en el tiempo termina adueñándose de la trama, aunque suceda muy, muy al final del relato. Pero ya ha ido dando pistas: "¿Alguien ha visto entrar en clase Hermione?", se pregunta Ron hasta tres veces a lo largo de la historia. Paciencia que todo llega.

Tras varios encatamientos y algún que otro divertimento disfrazado de misterio, Rowling nos encamina al tema, como si fuera otra más de las aventuras de Potter: la ejecución de Buckbeak, el hipogrifo de Hagrid entre una lluvia de piedras;  el descubrimiento de la verdadera identidad Peter Pettigrew; la lucha entre animagos, el rescate del alma de Sirius Black, ante un anonadado Harry, por parte de un espectro que conjura al patronus... Pero hay algo que no encaja, como tampoco la presencia de Hermione en dos clases a la vez. 

En la enfermería donde Ron se repone de un golpe tras la batalla entre animagos, nuestros amigos se lamentan de lo sucedido, pero todo es ya demasiado ¿tarde? No, Dumbledore aparece y le pide a Hermione que recurra al secreto que ha estado guardando todo el curso para asistir a varias clases a la vez: "el giratiempo", que le permite viajar al pasado unas cuantas horas. 

Hermione y Harry antes de desandar cuatro horas con el giratiempo

Y he aquí la magia y la sencillez de Rowling, que en vez de introducir giros estrambóticos o vueltas de tuerca nos lleva a revivir la sucesión de los acontecimientos anteriores desde un segundo punto de vista, coincidiendo nuestros protagonistas consigo mismos horas antes (cuatro exactamente) y recomponiendo un puzzle de solo dos dimensiones con precisión milimétrica: son ellos los que tiran las piedras para evitar la ejecución del hipogrifo y es Harry -del futuro, ahora visto desde el presente- el que salva a Sirius desde el otro lado del lago con el patronus. Incluso en el compás que no intervienen, el que sucede entre la transformación de Pettigrew y la lucha posterior, la escritora lo narra a modo de espera para ser fiel a toda la secuencia. Lástima que no se acordara del giratiempo cuando a partir de la quinta nos empieza a matar personajes...

Bueno, a lo que vamos: sencillo, limpio, sin trucos pese a ser una de magos. A los que nos gusta este género se nos suele ir mucho la cabeza con universos paralelos y paradojas imposibles, pero cuando alguien cuenta un viaje en el tiempo sobre plano, en el que todo está integrado con pocos elementos y sin fisuras disfrutamos más que con cualquier otra construcción. Encima nos lo presenta como un juego, ¿qué más se puede pedir?

Hala, ya está, escrito. ¡Travesura realizada!






viernes, 28 de marzo de 2014

La paradoja del abuelo

Después de darnos un garbeo por el cine, la tele y la literatura, creo que ya es buen momento para dar algo de rigor científico a esto de los viajes en el tiempo. Y comenzaremos por un clásico, la paradoja del abuelo.

Partiendo de la hipótesis de que pudiéramos desplazarnos hacia atrás en el tiempo, personarnos en él físicamente y que pudiéramos alterar los acontecimientos del pasado —ojo, no tienen  por qué darse estas circunstancias, como veremos en próximos posts—, ¿qué pasaría si asesináramos al padre de nuestro padre (ambos biológicos) antes de su concepción? Si pensáis que la respuesta es sencilla, que desapareceríais, tenéis un problema: habéis visto demasiadas veces "Regreso al futuro".

Desde un punto de vista estrictamente lógico, la paradoja del abuelo demuestra que el viaje en el tiempo es imposible. Porque si nuestro abuelo no hubiera engendrado a nuestro padre, éste no habría nacido y, mucho menos nosotros, y no hubiéramos podido ir al pasado ni matar a nuestro abuelo. Y así, hasta el infinito.

Sin embargo, si damos un salto de la lógica a la ciencia y empezamos a explorar otras posibilidades, la paradoja del abuelo se convierte en la verdadera base teórico filosófica de los viajes en el tiempo.

Posibilidad 1. El año falso

Los observadores, en Fringe
La paradoja  parte de la base de que no hay una única línea temporal, sino múltiples; es decir, que si matáramos a nuestro abuelo, se mantendría el futuro que nos vio partir pero generaríamos uno nuevo en el que no nacería ni nuestro padre, ni nosotros.

Esta es la opción que más me gusta porque, aparte de tener una ligera base científica (la física cuántica esboza una teoría de que cada partícula tiene su propia  línea temporal), te proporciona un caleidoscopio de realidades y universos espectacular para cualquier historia. Y, además, alberga una pregunta de lo más inquietante: Si intentáramos regresar al futuro, ¿a cuál iríamos? ¿Se darían las circunstancias en ese nuevo futuro para que nos pudiera recibir? Recordad que no habríamos estado nunca allí ni habríamos abierto portales o fabricado máquinas del tiempo... ¿Hay alguien en casa McFly? Él lo llamó el año falso, la que suscribe, una ida de olla en toda regla.

Echad un vistazo a lo que ocurre en la cuarta y quinta temporadas de Fringe. No digo más porque espoileo, sólo una cosa: los observadores acabaron calvos de tanto pensar en realidades alternativas.

Posibilidad 2. Yo soy el centro del universo

Una variante de la solución anterior es la que coloca al viajero en el tiempo como el eje de la principal línea temporal. Es decir, que aunque borráramos de la faz de la tierra todo nuestro árbol genealógico —y no se crearan dos futuros—, nosotros seguiríamos existiendo por principio físico básico. Bueno, hasta  que cayese sobre nosotros todo el FBI, Scotland Yard y de la Interpol por asesinos en serie.

Sin tanta masacre, aunque sí con mucha intriga podemos encontrar un ejemplo de este fenómeno en esa pieza de coleccionista que es  "Los Cronocrímenes", de Nacho Vigalondo (2007), donde el protagonista, Karra Elejalde, viaja una y otra vez en el tiempo, llegando a coincidir hasta cuatro veces consigo mismo. Ahí es nada.
  

Posibilidad 3. Lo que importa es la intención

Esta es la más traviesa, y más que posibilidad es una imposibilidad, porque pone a todo y todos en nuestra contra para que no podamos asesinar a nuestro abuelo. Una especie de destino obstinado que, si bien nos permite hacer una pequeña variación sobre los acontecimientos, estos terminan por ocurrir nos pongamos como nos pongamos. El principio de autocosciencia de Novikov es el que más se aproxima científicamente al asunto y no reconoce ni líneas temporales alternativas ni libre albedrío.

Desesperadito terminó en este sentido el protagonista de la última versión para el cine de "La Máquna del Tiempo" (Simon Wells, 2002) que viaja una y otra vez al pasado para evitar la muerte de su mujer, que termina siempre falleciendo de una u otra forma. De hecho, Stephen King nos las hizo pasar canutas cuando nos invitó a acompañar a Jake Epping, personaje central de 22/11/63 mientras intenta salvar la vida de JFK.

Dentro de este apartado me quedo con la parodia de Futurama, que ya es todo un clásico y que narra cómo Fry, tras matar a su abuelo, se lía con la que él no sabe que realmente iba a ser su abuela y termina siendo su propio abuelo. El pasado es obstinado... y muy juguetón.

Futurama da su propia visión sobre la paradoja del abuelo

Muchos estudiosos incluyen como derivadas de la paradoja del abuelo otras teorías y posibilidades, que entran ya en cómo se viaja —con nuestro propio cuerpo, materializándonos en otro que ya existe en el tiempo en el que viajamos o apareciendo en modo espectro—, o cuantos escenarios hay al llegar —realidades múltiples—. Sin embargo, éstas y otras posibilidades pertenecen más al imaginario de cine y literatura que, en mi opinión merecen abordarse desde otro punto de vista, que ya trataremos más adelante.

Hasta entonces y, por si acaso, id con cuidado; puede que vuestro nieto o nieta del furutro os esté acechando con 'intenciones científicas'.


viernes, 21 de marzo de 2014

Lost, diez años perdidos

El día que comencé este blog me preguntaba cuáles serían los criterios más adecuados a la hora de elegir cuándo y de qué escribir. ¿Intercalar crítica de cine/literatura con algo de divulgación científica? ¿retrospectivas sobre temas recurrentes en el género? ¿en qué orden y con qué frecuencia? Para bien o para mal, la que suscribe es periodista y no puede evitar dejarse llevar por la actualidad y menos aún si tiene una percha como la que le proporciona la desaparición, hace diez días, de un Boeing 777 de Malaysia Airlines con 239 personas a bordo. A muchos, además de la preocupación, os ha despertado la memoria, ¿verdad?  Si la respuesta es afirmativa, adelante; hablemos de Lost.


Fotomontaje con los personajes principales de Lost a lo largo de sus seis temporadas

Advierto desde el principio que no me considero fan y que, como muchos, tras abandonarla en su tercera temporada, me vi abocada a un binge watching en toda regla para llegar al día —o mejor dicho, madrugada— a la cojo-emisión simultánea de su último capítulo en varios países. No me arrepentí. De hecho me gustó mucho más el final de la historia que el arranque. ¿Por qué a los guionistas les cuesta tantos capítulos desvelar que están hablando de viajes en el tiempo y entre realidades?

miércoles, 12 de marzo de 2014

Heroes Reborn. Otra oportunidad para salvar a la animadora

Me enteré vía Facebook. Llamadme romántica, pero que cancelen una serie no quiere decir que deje de seguir su perfil en las redes sociales; lo mismo hay suerte y pasa como con ésta, que va, y vuelve. Y te enteras de los primeros.

Se trata de "Heroes" (2006-2010), cuya primera temporada, "Génesis", batió récords de audiencia para la NBC demostrando que el buen sci-fi no tiene por qué estar relegado a canales temáticos. De hecho, abrió las puertas a muchas series que vinieron después y lo hizo a pelo, con guion y personajes originales (nada de adaptaciones de Marvel o DC), y compitiendo con X-Men 3 en la gran pantalla. Dicho esto no hace falta que dé más pistas, porque ya lo habréis pillado de sobra: estamos hablando de una (y muy buena) superhéroes.

Primero de los promocionales de Heroes en NBC (2006)

Save the cheerleader, save the world


Pero el motivo de este previsto homenaje, que afortunadamente se ha convertido en noticia de actualidad, no es la excelente calidad de la serie en su primera temporada, que va haciendo confluir sabiamante su múltiples arcos en una season finale de infarto, sino su transfondo. "Heroes Genesis" es, ni más ni menos, una aventura de viajes en el tiempo para evitar el fin del mundo (o el de Nueva York que, en el caso de las historias de superhéroes, es lo mismo)

Entre los protagonistas hay, como diría el personaje de Stephon en el Saturday Night Live, de todo:  una inmortal, un empático, una camarera que prende fuego con la mente, un policía con súper-oído, un senador que vuela.. Pero el rol principal es el de un viajero en el tiempo, Hiro Nakamura que, vestido de samurai del siglo XIV, llega desde un futuro no muy lejano con un mensaje: "Salva a la animadora, salva al mundo".

Desde este mágico momento empezamos a conocer a nuestros amigos mutantes que, poco a poco van descubriendo sus poderes y que, en sus subtramas correspondientes, van haciéndose ami-enemigos de otros congéneres hasta conocerse, aliarse y....¡spoiler!

Entre tanto, disfrutamos con deleite de las hazañas del Hiro Nakamura del presente, interpretado por el crac de la informática Masi Oka  y, cómo no, de las cabriolas de la animadora Claire, cuyo papel real en la trama no se descubrirá hasta el último episodio de la temporada. Aquí sabremos el por qué de los saltos temporales para cambiar el futuro y todo encajará... hasta la segunda temporada, que termina enrevesándose con paradojas y perdiendo fuelle a ritmo de bucle imposible.


 

El obseso de los relojes

A estas alturas diréis, que sí, que mucho viaje en el tiempo y mucha pamplina, pero que lo que hace realmente única a una de superhéroes es su/s supervillano/s. Pues ea, tenéis razón, y aquí no hay trampa. El 'malo' de Héroes, Sylar, el relojero siniestro que come cerebros mejor que Hannibal Lecter en sus años mozos y que extrae los poderes de los demás, es lo mejor de la serie. No en vano hizo que su actor, el inquietante Zachary Quinto, se conviertiera, años después, en el nuevo Capitán Spock. Su don para entender el mecanismo de los relojes es todo un acierto de la trama.



Entraría en más detalles, sobre su muy cuidada estética de cómic y de cómo va encajando piezas y soltando otras en un puzzle digno de revisar tras un primer pase, pero no lo haré. Os lo dejo a vosotros, tanto como la opción de ver sus webisodios —ojo, en esto fue de las pioneras—, y su segunda, tercera y cuarta temporadas, que son un desvarío supino —bueno, la última tiene su gracia con la feria de mutantes rollo Ray Bradbury—. Aunque me temo que tendréis que echarlas un vistazo al menos si queréis aprovechar bien el "Hérores Reborn" que se anuncia para 2015 (12 episiodietes).

Lo dicho, me alegro enormemente de seguir a las series canceladas en redes sociales, y os dejo que tengo que darle al refresh del perfil de Fringe.

martes, 4 de marzo de 2014

22/11/63: Stephen King viaja en el tiempo para salvar a JFK

Hace cosa de un mes me crucé con uno de mis profesores de marketing. Le comenté que había empezado a escribir este blog y, cuál fue mi sorpresa que, en vez de darme sugerencias para su posicionamiento, monetización, etcétera, me puso en la pista de algo mucho mejor. Se trataba de 22/11/63, una novela que combinaba el asesinato de Kennedy con viajes en el tiempo y que, en sus palabras, devoraría.

Era uno de los últimos libros de Stephen King, y como no soy muy dada a este autor, para no tener que gastar y luego arrepentirme, me saqué el carné de la biblioteca de cerca del trabajo —que ya era hora—, y lo busqué. Casi novecientas páginas... y sólo un mes de préstamo. Horror, con la vida que llevo, misión imposible. Pero leí la solapa y no pude resistirme. "Es la mejor novela de viajes en el tiempo desde H.G. Wells" (The New York Times). Vale, a la crítica también le ha gustado. Le daremos una oportunidad.


22/11/63 (Plaza & Janés) arranca con un buen surtido de premisas que embauca al lector aficionado a esto de los saltos temporales desde el principio. Rápida descripción de personajes propicios para tal ejercicio, acontecimientos a cambiar, curiosidad que satisfacer, y, en apenas un par de capítulos, al lío. A partir de ahí, King teje un argumento plagado de agujeros de gusano —bautizados como madrigueras de conejo—, bucles —reinicios del pasado cada vez que pasas por las anteriores— , y su propia teoría del caos, que es quizá el mejor aporte del libro, y que no voy a desvelar del todo por si alguno os decidís a leerlo. Sólo os adelantaré uno de sus axiomas: el pasado armoniza.

Según vas acompañando al protagonista, un profesor de instituto divorciado que nada tiene que perder en su viaje, los pocos flecos del inicio empiezan a cobrar sentido —muertes y agresiones violentas que se pueden evitar, fundementalemente— y ahí llega King con sus vicios y sus virtudes. Sus extenuantes detalles cinematográficos sobre cinco años de las peripecias de su chico por los colegios y casas de apuestas de Maine, Florida y Dallas, mientras espera a que llegue el 1963 caen en una narración bastante pesada, entre otras cosas porque la de JFK y los EE.UU de finales de los cincuenta y los sesenta, es una historia que ya nos sabemos todos de memoria. Quizá la elección del transfondo fuera buena desde otro autor, para que siempre estuviéramos ubicados, pero en el del responsable de La Tienda, es como pedirle a tu portero que te cuente las novedades del edificio; un auténtico infierno. Además, aunque rechaza la Teoría de la Conspiración, creo que para no complicarse la existencia, sí que se ha documentado bien sobre Harvey Lee Oswald. Doy fe, que me leí enterito el informe de la Comisión Warren en un arranque de los míos.

Efectividad vs. originalidad

Así las cosas, no es de extrañar que cuando llegan los momentos clave, deseemos como agua de mayo unos buenos fuegos artificiales y que se lancen bien. Aquí, King saca una traca cuidada al milímetro de realidades alternativas, guardianes del espacio tiempo y paradojas por si nos da por echar en falta algún tópico. La efectividad es absoluta, pero la originalidad pierde la partida y el relato se hace de lo más previsible, sobre todo al llegar a su final. Un desenlace rápido, que no da apenas qué pensar y que parece que, valga la redundancia, el autor tampoco ha pensado demasiado a tenor del poco partido que le termina sacando.

Me quedo con el concepto de "tiempo armónico" que antes he comentado y con los guiños para los fans de este subgénero. La prota es profesora y de casada se apellida Clayton, como la profesora Clara Clayton , que enamora a Doc en Regreso al Futuro III, y el único personaje que parece no inmutarse en un lapso de cincuenta años, además del protagonista, se llama Donnie, cual reflejo en el espejo de Donnie Darko.

No me arrepiento de no habérmelo comprado aunque quizá lo tenga que terminar haciéndo porque mi perra se comió parte de la página 29-30 en un descuido y hoy  tengo que devolver el libro a la biblioteca... ¿Dónde está un buen agujero de gusano para borrar tragedias cuando más se necesita?