viernes, 4 de abril de 2014

Giratiempo, cuatro horas de más con Harry Potter

Creo en el destino, aunque también en el libre albedrío; en que el primero te da opciones y el segundo te permite decidir entre ellas. Y no digo que el destino sea el jefe de programación de La Sexta 3, pero si el domingo pasado pusieron Harry Potter y el prisionero de Azkaban, es que el universo me daba la posibilidad de dejar a un lado la idea que tenía para el post de esta semana -actores que viajan en el tiempo- y adentrarme en el mundo de J.K. Rowling y su limpia visión de la paradoja temporal. ¿Adivináis por cuál me voy a decantar?



Antes de entrar en materia, confesaré que ésta es la aventura que más me gusta de la saga junto con "El cáliz de fuego". Introduce la oscuridad como personaje y ya no la abandona hasta el final. El pasaje del Quidditch bajo la tormenta y la Limbus 2000 haciéndose añicos, es una metáfora terriblemente bella y representa el paso de sus protagonistas de la inocencia de la infancia a la árida realidad de la madurez por un camino que no podrán desandar. Y al igual que en la vida real, es en la tercera entrega de los de Howarts, donde adquirimos con ellos las herramientas que luego nos ayudarán a enfrentarnos a nuestros demonios. Por eso es aquí, no antes ni después, cuando descubrimos a los dementores y aprendemos a conjurar al patronus. El destino nos da las opciones...

La versión para el cine también se adaptó a esta progresión. La sustitución del angelical Chris Columbus por el gran Alfonso Cuarón fue el primero de los aciertos. Había que abandonar el tono amable de las dos primeras entregas y bucear por el lado oculto de la magia, y nadie mejor que él para hacerlo. Les quitó el uniforme a Harry, Ron y Hermione, y les vistió de sport, listos para la batalla. Howarts se transformó. Sobre sus relucientes muros la vegetación creció hasta apoderarse de cada plano, al igual que los dementores de las almas de los protagonistas. Nos hacíamos mayores también a través de la gran pantalla, porque todavía no nos habíamos repuesto del rumor que anunciaba una muerte importante en el quinto libro cuando afrontábamos anticipadamente otra de carne y hueso; la del actor Richard Harris, que ya no se podría volver a poner la capa de Ambus Dumbledore. Sir Michael Gambon, ocupaba su lugar por primera vez para esta película.

Prisioneros del tiempo 

Tanto en novela como en celuloide, el viaje en el tiempo termina adueñándose de la trama, aunque suceda muy, muy al final del relato. Pero ya ha ido dando pistas: "¿Alguien ha visto entrar en clase Hermione?", se pregunta Ron hasta tres veces a lo largo de la historia. Paciencia que todo llega.

Tras varios encatamientos y algún que otro divertimento disfrazado de misterio, Rowling nos encamina al tema, como si fuera otra más de las aventuras de Potter: la ejecución de Buckbeak, el hipogrifo de Hagrid entre una lluvia de piedras;  el descubrimiento de la verdadera identidad Peter Pettigrew; la lucha entre animagos, el rescate del alma de Sirius Black, ante un anonadado Harry, por parte de un espectro que conjura al patronus... Pero hay algo que no encaja, como tampoco la presencia de Hermione en dos clases a la vez. 

En la enfermería donde Ron se repone de un golpe tras la batalla entre animagos, nuestros amigos se lamentan de lo sucedido, pero todo es ya demasiado ¿tarde? No, Dumbledore aparece y le pide a Hermione que recurra al secreto que ha estado guardando todo el curso para asistir a varias clases a la vez: "el giratiempo", que le permite viajar al pasado unas cuantas horas. 

Hermione y Harry antes de desandar cuatro horas con el giratiempo

Y he aquí la magia y la sencillez de Rowling, que en vez de introducir giros estrambóticos o vueltas de tuerca nos lleva a revivir la sucesión de los acontecimientos anteriores desde un segundo punto de vista, coincidiendo nuestros protagonistas consigo mismos horas antes (cuatro exactamente) y recomponiendo un puzzle de solo dos dimensiones con precisión milimétrica: son ellos los que tiran las piedras para evitar la ejecución del hipogrifo y es Harry -del futuro, ahora visto desde el presente- el que salva a Sirius desde el otro lado del lago con el patronus. Incluso en el compás que no intervienen, el que sucede entre la transformación de Pettigrew y la lucha posterior, la escritora lo narra a modo de espera para ser fiel a toda la secuencia. Lástima que no se acordara del giratiempo cuando a partir de la quinta nos empieza a matar personajes...

Bueno, a lo que vamos: sencillo, limpio, sin trucos pese a ser una de magos. A los que nos gusta este género se nos suele ir mucho la cabeza con universos paralelos y paradojas imposibles, pero cuando alguien cuenta un viaje en el tiempo sobre plano, en el que todo está integrado con pocos elementos y sin fisuras disfrutamos más que con cualquier otra construcción. Encima nos lo presenta como un juego, ¿qué más se puede pedir?

Hala, ya está, escrito. ¡Travesura realizada!






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