miércoles, 3 de septiembre de 2014

Trazando "El Mapa del Tiempo"

No me dedico a la crítica literaria profesional, por eso, cuando me toca hacer la reseña de algún título en este blog me da pavor ponerme delante del teclado. Más aún si el libro está tan bien escrito como "El Mapa del Tiempo" y, además, ha sido pergeñado en el idioma de Cervantes -aunque su trama se desarrolle en el Londres de finales del XIX-. Me quito el bombín ante Félix J. Palma, autor al que pienso seguir más allá de las fronteras del tiempo -por "El Mapa del Cielo", yendo más lejos—. Porque su prosa, soberbia, te aguanta los cronoviajes y lo que le echen; y, su imaginación y originalidad hace que se tambaleen los que para mí han sido hasta el momento los referentes del género en el ámbito de la literatura. Ya me gustaría a mí verles escribiendo ahora sobre el tema que descubrieron sin caer en los lugares comunes de los que huye un dulcemente embaucador Palma.

Lamentablemente, poco se puede decir de "El Mapa del Tiempo" (Editorial Algaida) sin caer en el spoiler. Aunque está dividido en tres capítulos aparentemente independientes, sus personajes y tramas no pueden vivir los unos sin los otros por razones que no debemos desvelar. Y es ahí donde reside el gran acierto de la novela, que deja su verdadera trama y a su principal protagonista en planos secundarios hasta el último tercio del libro con el fin de envolverte y coger carrerilla para pegar después un doble mortal con tirabuzón y... caer de pie. Esto sólo lo puedes hacer si, uno, eres un narrador prodigiosamente metamórfico y, dos, lo sabes y te quieres lucir.

En ese cinematográfico divagar, Palma despliega su saber hacer durante más de la mitad de las 650 páginas del libro contándonos las vicisitudes de personajes profusamente descritos en situaciones que podemos ubicar fácilmente gracias a un casi documental Londres victoriano. Quizá al principio resulte chocante ver a H.G. Wells y Jack el Destripador o El Hombre Elefante relacionándose entre las mismas líneas a modo de "La liga de los hombres extraordinarios", pero en esa sensación también hay magia. El autor consigue que demos total veracidad a lo que en ellas escribe... algo que no resultaría tan extraño si no fuera porque estamos hablando de 'una de viajes en el tiempo'.

En este último aspecto, además, es brillante y toca todos los palos del subgénero desde una nueva perspectiva y, no contento con eso, los dota del suspense perdido en este entorno. Es más, el autor de "El Mapa del Tiempo", nos habla con talento de saltos y paradojas, de Historia y libre albedrío, y ni les pone nombre para dejarnos con hambre de más. No me extraña que este maravilloso libro haya sido merecedor del XL Premio Ateneo de Sevilla ni que esté traducido a casi treinta idiomas -con portadas mucho más a la altura que la de su edición en castellano, por cierto-. Sí que me sorprendió, gratamente, ver un artículo de Palma en El País —"Paradojas del tiempo, ¿matar a la abuela o  ganar el mundial?"— y que fuera la percha del artículo del que ya he hablado "Viaje con nosotros en el tiempo", que constata la época dorada de que está viviendo este maravilloso imaginario en nuestro país.

Nota al pie: Ya me estoy leyendo "Tempus", de Nerea Riesco. No digo más.