Seamos sinceros, hay algunas series que
vemos y que no confesamos. Incluso estamos enganchados a ellas, pero evitamos comentarlo
porque no son ni nuevas, ni pizca de buenas y, si encima, pagamos por ellas porque la vemos en alguna plataforma, nos hace sentir tontos. En este apartado de
placer culpable encontramos las muy femeninas “Scandal” y “Anatomía de Grey”, y algunas que, de solo decir que te gustan, puedes acabar en Alcalá
Meco, como “Mentes Criminales”, que yo veo siempre antes de dormir porque me ayuda a conciliar el sueño. ¿Cuál es la tuya?
La mía es "Travelers", un pastiche que pese ser
idea original de Brad Wright, responsable de las tres franquicias televisivas
de "Stargate" —y de "Highlander: The Series", otro placer culpable—, es un auténtico
lugar común de los viajes en el tiempo.
Porque nada es nuevo: Un grupo de viajeros en el tiempo llega al
presente desde un futuro lejano para intentar alterar este último a través de
pequeñas misiones que, en teoría, cambiarían el devenir de los apocalípticos acontecimientos.
Son cinco miembros —a saber: un historiador, un ingeniero, un médico, un
artillero y un jefe de equipo— y no son los únicos. Como ellos hay otros grupos
de viajeros en todo el mundo que trabajan coordinados bajo las instrucciones de
“El Director”, un ordenador cuántico de su mismo futuro que usa la inteligencia
artificial para calcular las variables en espacio tiempo según las diferentes
acciones. Sus enemigos, el aciago devenir como tal y otros viajeros, que forman
parte de “La Facción”, y para los que el futuro no es tan malo como lo pintan. Luego también tienen sus reglas, que llaman protocolos, pero se las saltan a la torera siempre que tiene ocasión, así que tampoco importan mucho. Aunque las mencionan tanto que termines sabiéndotelas mejor que las de los Gremlins.
Porque nada es bueno: En la primera temporada no tanto, pero en la segunda llega un momento en el que todos los personajes son viajeros del tiempo, de otra dimensión o terminators poseídos. Y como encima, el viaje es extracorpóreo —luego lo explicaré—, el mismo personaje puede ser bueno, malo o reescrito, y ni si quieran tienen nombres, sino números. "Hola, soy el viajero 0531, ¿eres el viajero 6810?. No soy La Guardiana de la Puerta". Vamos, un jaleo de padre y muy señor mío.
Porque nos hace parecer tontos: Mira tú por dónde esta es la parte que mas indulgencia me inspira. Cada vez que un equipo modifica el futuro con una de sus acciones, ya sea para bien o para mal, parece que nunca tiene consecuencias porque nunca las vemos, sólo las atisbamos a través de lo que dice "El Director", al que nunca vemos y que se comunica a través de niños o la dark internet. Al igual que como con el número de viajeros, parece, se cree, se cuenta, que termina habiendo múltiples futuros desde donde no deja de llegar gente y al final se vuelve todo un desmadre digno de cualquier capítulo de Rick y Morty. Los guionistas lo intentaron salvar con un arco delirante en el que "actualizan" a los historiadores de los grupos con las nuevas líneas temporales para que no se pierdan con tanto desmadre.
Pero Travelers tiene ese no se qué qué se yo que te ves cada capítulo entero del tirón y, si tienes un rato, varios. Vale sí, yo lo hago mientras reviso los correos o echo un vistazo a las redes sociales —de ahí que a lo mejor me haga tanto lío con los personajes—, y cuando colgaron en Netflix la segunda temporada me dio un subidón importante.
A ver que sí, que hay cosas que tienen su punto. Sobre todo el hecho de que los viajes sean de consciencia, es decir que los que vienen del futuro lo hagan solo mentalmente y ocupen los cuerpos de "huéspedes" del presente que van a morir —eso que se ahorran los de producción en presupuesto—. También mola que "El Director" se comunique a través de niños que aparecen cuales zombies dando mensajes —a los adultos les daría una neurisma—. Y lo mejor, los viajeros tienen que vivir en sus nuevos cuerpos relacionándose con las mujeres, hijos y compañeros de éstos, lo que da bastante juego a modo culebrón: "Ay Pepe, es que no pareces tú desde hace unos días".
En fin, que ni bien ni mal sino todo lo contrario. Si estás harto de tener de fondo Neox con la enésima repetición del capítulo de The Big Bang Theory en el que Sheldon le sube el termostato a Leonard, ponte Travelers. Te arrepentirás al principio, pero no podrás dejar de verla.
Pero Travelers tiene ese no se qué qué se yo que te ves cada capítulo entero del tirón y, si tienes un rato, varios. Vale sí, yo lo hago mientras reviso los correos o echo un vistazo a las redes sociales —de ahí que a lo mejor me haga tanto lío con los personajes—, y cuando colgaron en Netflix la segunda temporada me dio un subidón importante.
A ver que sí, que hay cosas que tienen su punto. Sobre todo el hecho de que los viajes sean de consciencia, es decir que los que vienen del futuro lo hagan solo mentalmente y ocupen los cuerpos de "huéspedes" del presente que van a morir —eso que se ahorran los de producción en presupuesto—. También mola que "El Director" se comunique a través de niños que aparecen cuales zombies dando mensajes —a los adultos les daría una neurisma—. Y lo mejor, los viajeros tienen que vivir en sus nuevos cuerpos relacionándose con las mujeres, hijos y compañeros de éstos, lo que da bastante juego a modo culebrón: "Ay Pepe, es que no pareces tú desde hace unos días".
En fin, que ni bien ni mal sino todo lo contrario. Si estás harto de tener de fondo Neox con la enésima repetición del capítulo de The Big Bang Theory en el que Sheldon le sube el termostato a Leonard, ponte Travelers. Te arrepentirás al principio, pero no podrás dejar de verla.
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