domingo, 27 de julio de 2014

El efecto mariposa o la crónica temporal de un esperpento

Esta semana pillé en la tele "El efecto mariposa" (2004) y he de decir que, pese a que no me terminó de convencer la primera vez que la vi -muy yanki, demasiado adolescente-, sí que merece la pena dedicarle unas líneas en este blog. Lo haré aunque sólo sea porque su estructura sirve de base para la maravillosa "Una cuestión de tiempo" (2013), de la que ya os hablé hace pocos días, y para demostrar que aunque seas experto en abordar este tipo de temas, si no tienes nada que contar, es mejor que no lo hagas.

A decir verdad, la segunda es una descarada imitación de la primera; en ambas el protagonista hereda de su padre la facultad de trasladarse en el tiempo -vía armario en una; leyendo un diario, en la otra- y, también en las dos, se estudian los efectos de cómo un minúsculo cambio en un momento clave del pasado puede desencadenar un futuro completamente distinto. Y hasta ahí admito similitudes. Porque si bien "Una cuestión de tiempo" habla de amor, familia y realización personal en un contexto con el que todos nos podemos identificar -léase europeo-, la que nos va a ocupar los próximos párrafos lo hace de asesinato, abuso infantil y amputaciones -sí, así de gore- en el medio sur norteamericano. O lo que es lo mismo, pandilla de pueblo a lo 'Cuenta conmigo', instituto rollo 'El Club de los Cinco' y universidad alfa, pi, épsilon... y todo en versión peli de medio día en Antena 3.

El protagonsita se traslada al pasado leyendo su diario

Aún así, la película de Eric Bress tiene aciertos. El mejor, arrancar la historia a mitad de la trama con el protagonista en su último salto, y a partir de ahí narrar gran parte del argumento a modo flashback -algo complejo si lo que estás contando es una de viajes en el tiempo-. También es digno de mención el tempo de la narración y cómo va dosificando a lo largo de ella pequeños detalles que ayudan a la comprensión integral de la trama. Eso tampoco lo voy a negar.

Pero con lo que no pude la primera vez que la vi -y me reafirmo tras el segundo pase-, es con la falta de imaginación de la historia  que cuenta, previsible, aburrida, tediosa. En su intento de parecer opresiva entra en bucle, pero no del que te atrapa, sino del que te induce a pensar que te están tomando el pelo. ¿No quieres tópicos yankis? Pues hala, toma tres tazas en cada uno de los saltos, y si no te ha parecido heavy la primera vuelta de tuerca, te lo cuento otra vez y te lo elevo al grado de caricatura. Ni el majete de Ashton Kutcher  la salva. Es más, hay veces que te dan ganas de meterte en la pantalla y decir: "Tú eres muy tonto".



Vamos, una auténtica lástima porque ante una trama un poco más verosímil, quizá con algo más de trascendencia, y con un protagonista con el que nos hubiéramos identificado mejor, su estructura y ritmo hubieran convertido a esta película en un buen clásico del género. Menos mal que Richard Curtis se dio cuenta y la elevó a los altares en ese maravilloso plagio que es "Una cuestión de tiempo". Lastima que de ésta no haya secuelas y sí, dos, del esperpento del que os acabo de hablar.


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