domingo, 20 de abril de 2014

Una cuestión de tiempo

Había leído buenas críticas, pero no me imaginaba que esta película me iba a dejar tan KO. Sí, a primera vista es otra comedia romántica más, con la diferencia -aparente excusa barata- del salto temporal. Sin embargo, va mucho más allá; es un auténtico tratado filosófico sobre la materia y, si existe poesía detrás de los viajes en el tiempo, esta cinta compone sus versos con una métrica perfecta y la más poderosa de las rimas. La que armoniza con la vida.


Una cuestión de tiempo (Richard Curtis, 2013) arranca como el mejor de los relatos del género. Tras una fiesta de fin de año, el padre del protagonista le confiesa el secreto de la familia: todos los varones a partir de los 21 tienen el 'don' de viajar en el tiempo. Al pasado para ser exactos. Y lo hacen de la más sencilla de las formas, metiéndose en un lugar oscuro, apretando los puños y pensando en aquel instante al que quieren ir. Eso sí, tienen que haberlo vivido antes.

Puede parecer una estupidez, pero el quid de la historia no está exactamente en cómo se viaja, tan si quiera en la paradoja como su principal consecuencia. Como dice patriarca de la familia, no hay que preocuparse por el efecto mariposa si tienes algo de cuidado; no vas a poder matar a Hitler ni a acostarte con Helena de Troya. Una cuestión de tiempo es, en realidad, una cuestión de elección.

Y es que, si bien es cierto que durante la primera hora de la película, nuestro protagonista utiliza su facultad para corregir ciertas situaciones supeficiales -para ligar, para ayudar a un amigo...-, según va avanzando la trama, su vida se va volviendo más compleja y los pequeños daños colaterales que pueden surgir sobre la marcha -no conoces a tu chica en un restaurante, tienes que ir a buscarla a un museo-, se hacen cada vez más difíciles, si no imposibles, de salvar. ¿Cuál es el precio a pagar por tener un instante más con ese familiar que ya no está? Si tuvieras que elegir entre la salud de una persona cercana y tu propia línea temporal vital, ¿por cuál opción te decantarías?

En la reflexión sobre la propia existencia está la magia y Curtis, cuya sensibilidad narrativa y musical está más que comprobada con el guión, por ejemplo, de "Cuatro bodas y un funeral" (1994) o la dirección de "Love Actually" (2003) o "Radio Encubierta" (2009), la dosifica magistralmente durante las más de dos horas de metraje con pequeñas y grandes historias de la vida, con unos secundarios brillantes al mejor estilo de la comedia británica y, sobre todo, con un magistral muestrario de (buenos) recursos clásicos de los viajes en el tiempo. Creedme, este último punto sorprende hasta el instantes antes de los títulos de crédito

Entraría en más detalles, pero sería una pena desentrañar una fábula tan bien contada, que no deja de evolucionar y crecer, y que hay que vivirla de principio a fin, bucles incluidos.

jueves, 10 de abril de 2014

Actores que repiten en el tiempo

Hay quien para dormir cuenta borreguitos; yo, anoche, actores que han viajado en el tiempo en sus películas. Y descubrí que hay algunos a los que les gusta más que un tonto un  lápiz y repiten, y no solo una, sino hasta dos veces más, sin contar secuelas... ¿Por qué será? Aquí va el ranking que hice esta madrugada (aviso espoilers):


1. Jake Gyllenhaal, mejor suerte a la próxima
Saltó a la fama con  "Donnie Darko" (Richard Kelly, 2001) donde pasar 28 días, 6 horas, 42 minutos y 12 segundos viendo conejos antropomorfos, el pobre moría aplastado por un motor de avión que viajaba en el tiempo para evitar una paradoja que acabaría con el mundo. Y mejor, porque lo que esconde"Código Fuente" (Duncan Jones 2011), en la que revive una y otra vez un atentado para encontrar una bomba, es un sufrimiento, tronco. Menos mal que consiguió algo de tiempo en "El Principe de Persia" (Mike Newell, 2010) para acabar vivo, entero y con la chica, aunque ésta última no se acordara de él por mor de paradoja.


2. Bruce Willis vs Bruce Willis
A "Doce Monos" (Terry Guilliam, 1995), donde viaja atrás en el tiempo para evitar el comienzo del fin del mundo tal y como lo conocemos, se le sumaron después "The Kid"  (John Turtlelab, 2000), una cinta autoayuda que se pasa por el forro el continuo espacio tiempo, y "Looper" (Old Joe, 2012) que, pese a las expectativas, termina siendo una versión gore de justo la cinta anterior. Os prometo que si en algún momento tengo la oportunidad de charlar con mi yo del pasado no le enseñaría ni a pelear con matones ni a evitar ninguna organización criminal; le advertiría de que no se enganchara a "Como conocí a vuestra madre", que el final tenía tongo.


3. Eric Bana, a pelo
Como muchas de mi quinta, lo descubrí en todo su esplendor con "Troya", pero realmente se ha hecho un hueco en mi corazoncito por ser uno de los viajeros en el tiempo más originales. Bana se ha dado dos garbeos interesantes por este género. El primero, en "Más allá del tiempo" (Robert Schwentke, 2003), donde se nos proponía una idea bastante original; un hombre capaz de viajar en el tiempo como resultado de una alteración genética. Eso sí, no lo controlaba y, el pobre, se trasladaba desnudo. Lo contrario sucedía con su calvísimo Nero, en el reboot de J.J. Abrams de Star Trek, que era el artífice del "Nuevo comienzo" de Spock en 2009.


4. Keanu Reeves, el viajante eterno
No me estoy confundiendo, ya sé que no cuenta viajar entre la realidad y universos virtuales, ni entre la vida y la muerte. Sosoman viajó por el tiempo muchos años antes de "Matrix" y "Constantine", en las dos entregas de Bill & Ted  (1989 y 1991) y en una  pastelosa comedia romántica llamada "La Casa del Lago" (Alejandro Agresti, 2006) que adaptaba un film coreano y en la que se reencontraba, oh cielos, con Sandra Bullock, doce años después de Speed.




5. Christopher Reeves, al pasado por amor
Después de hacer girar la tierra en sentido contrario para retroceder en el tiempo y salvar a su amada Lois en 1978 (el primer contacto que tuve con este género) el mejor "Superman" de todos viajó a principios del siglo XX para enamorar a una jovencísima Jane Saymour en "Algún lugar del tiempo" (Jeannot Szwarc, 1980) en la que es una de las mejores historias de amor con ida y vuelta en el reloj. 
Y mira que lo han intentado...



6. Jim Caviezel, siempre desde la barrera
Ni hacia adelante, ni hacia atrás. No se ha movido nunca de su tiempo, pero Jim Caviezel ha protagonizado ya dos películas con esta temática. "Frequency" (Gregory Hobblit, 2000), y "Déjà Vu"  (Tony Scott, 2006). En el primero conseguía hablar con su difunto padre a través de una radio que conduce su voz cuarenta años atrás y, en el segundo, era el malo malísimo al que le hubiera venido bien que fuera correcta la paradoja del abuelo.





Y aquí me quedé frita. ¿A alguien se le ocurre algun actor más? Mejor, ¿alguna actriz?

viernes, 4 de abril de 2014

Giratiempo, cuatro horas de más con Harry Potter

Creo en el destino, aunque también en el libre albedrío; en que el primero te da opciones y el segundo te permite decidir entre ellas. Y no digo que el destino sea el jefe de programación de La Sexta 3, pero si el domingo pasado pusieron Harry Potter y el prisionero de Azkaban, es que el universo me daba la posibilidad de dejar a un lado la idea que tenía para el post de esta semana -actores que viajan en el tiempo- y adentrarme en el mundo de J.K. Rowling y su limpia visión de la paradoja temporal. ¿Adivináis por cuál me voy a decantar?



Antes de entrar en materia, confesaré que ésta es la aventura que más me gusta de la saga junto con "El cáliz de fuego". Introduce la oscuridad como personaje y ya no la abandona hasta el final. El pasaje del Quidditch bajo la tormenta y la Limbus 2000 haciéndose añicos, es una metáfora terriblemente bella y representa el paso de sus protagonistas de la inocencia de la infancia a la árida realidad de la madurez por un camino que no podrán desandar. Y al igual que en la vida real, es en la tercera entrega de los de Howarts, donde adquirimos con ellos las herramientas que luego nos ayudarán a enfrentarnos a nuestros demonios. Por eso es aquí, no antes ni después, cuando descubrimos a los dementores y aprendemos a conjurar al patronus. El destino nos da las opciones...

La versión para el cine también se adaptó a esta progresión. La sustitución del angelical Chris Columbus por el gran Alfonso Cuarón fue el primero de los aciertos. Había que abandonar el tono amable de las dos primeras entregas y bucear por el lado oculto de la magia, y nadie mejor que él para hacerlo. Les quitó el uniforme a Harry, Ron y Hermione, y les vistió de sport, listos para la batalla. Howarts se transformó. Sobre sus relucientes muros la vegetación creció hasta apoderarse de cada plano, al igual que los dementores de las almas de los protagonistas. Nos hacíamos mayores también a través de la gran pantalla, porque todavía no nos habíamos repuesto del rumor que anunciaba una muerte importante en el quinto libro cuando afrontábamos anticipadamente otra de carne y hueso; la del actor Richard Harris, que ya no se podría volver a poner la capa de Ambus Dumbledore. Sir Michael Gambon, ocupaba su lugar por primera vez para esta película.

Prisioneros del tiempo 

Tanto en novela como en celuloide, el viaje en el tiempo termina adueñándose de la trama, aunque suceda muy, muy al final del relato. Pero ya ha ido dando pistas: "¿Alguien ha visto entrar en clase Hermione?", se pregunta Ron hasta tres veces a lo largo de la historia. Paciencia que todo llega.

Tras varios encatamientos y algún que otro divertimento disfrazado de misterio, Rowling nos encamina al tema, como si fuera otra más de las aventuras de Potter: la ejecución de Buckbeak, el hipogrifo de Hagrid entre una lluvia de piedras;  el descubrimiento de la verdadera identidad Peter Pettigrew; la lucha entre animagos, el rescate del alma de Sirius Black, ante un anonadado Harry, por parte de un espectro que conjura al patronus... Pero hay algo que no encaja, como tampoco la presencia de Hermione en dos clases a la vez. 

En la enfermería donde Ron se repone de un golpe tras la batalla entre animagos, nuestros amigos se lamentan de lo sucedido, pero todo es ya demasiado ¿tarde? No, Dumbledore aparece y le pide a Hermione que recurra al secreto que ha estado guardando todo el curso para asistir a varias clases a la vez: "el giratiempo", que le permite viajar al pasado unas cuantas horas. 

Hermione y Harry antes de desandar cuatro horas con el giratiempo

Y he aquí la magia y la sencillez de Rowling, que en vez de introducir giros estrambóticos o vueltas de tuerca nos lleva a revivir la sucesión de los acontecimientos anteriores desde un segundo punto de vista, coincidiendo nuestros protagonistas consigo mismos horas antes (cuatro exactamente) y recomponiendo un puzzle de solo dos dimensiones con precisión milimétrica: son ellos los que tiran las piedras para evitar la ejecución del hipogrifo y es Harry -del futuro, ahora visto desde el presente- el que salva a Sirius desde el otro lado del lago con el patronus. Incluso en el compás que no intervienen, el que sucede entre la transformación de Pettigrew y la lucha posterior, la escritora lo narra a modo de espera para ser fiel a toda la secuencia. Lástima que no se acordara del giratiempo cuando a partir de la quinta nos empieza a matar personajes...

Bueno, a lo que vamos: sencillo, limpio, sin trucos pese a ser una de magos. A los que nos gusta este género se nos suele ir mucho la cabeza con universos paralelos y paradojas imposibles, pero cuando alguien cuenta un viaje en el tiempo sobre plano, en el que todo está integrado con pocos elementos y sin fisuras disfrutamos más que con cualquier otra construcción. Encima nos lo presenta como un juego, ¿qué más se puede pedir?

Hala, ya está, escrito. ¡Travesura realizada!