domingo, 22 de junio de 2014

La paga y la ilusión del viaje en el tiempo

Tengo al retortero varios posts, uno de ellos, mi nada halagüeña impresión acerca de "X-Men: Días de Futuro Pasado", que me dejó más fría que un soplido del Hombre de Hielo y que utiliza el viaje en el tiempo como excusa barata para resucitar personajes (ni si quiera es una percha para el reboot). Pero precisamente esa sensación de querer y no poder es la que me lleva a escribir sobre una ingeniosa historia que, de otra manera, quizá no hubiera abordado nunca. Se trata del cómic ciencia ficción La paga, escrito por Philip K. Dick, publicado en 1952 y que fue adaptado al cine en 2003 bajo la batuta de John Woo y con el título de Paycheck.

La pillé por casualidad en La Sexta el viernes y, aunque ya la había visto y me conocía el relato de memoria, me llamó poderosamente la atención en contraste con el fiasco de X-Men. Aquí no nos transportamos a futuro o al pasado, es verdad. Pero a diferencia de la anterior, el movimiento a través de los meses y años, hacia adelante y hacia atrás, es mucho más consistente y lleno de matices. Todo un hallazgo para el subgénero: la ilusión del viaje en el tiempo.

Para ello, Phillip K Dick, nos mete casi literalmente en la piel de Michael Jennings, un ambicioso ingeniero electrónico que trabaja puntualmente para grandes compañías. En ellas, desarrolla proyectos hipersecretos de los que luego no puede recordar nada, borrado de cerebro mediante. La mayoría de las veces son  uno o dos meses los que 'pierde' a cambio de una sustanciosa suma metida en un sobre. Sin embargo, la historia en la que se centra el relato, y también la película, es la de un 'trabajo' que parece más ambicioso; dos años, tras los que el protagonista no recibe una paga, sino un paquete con un par de decenas de objetos aparentemente sin sentido.

Peter Jennings (Ben Affleck) haciéndose un détox de recuerdos en Paycheck
Poco a poco, Jennings descubre cómo cada uno de estos le es de utilidad para escapar de una situación que no controla. El FBI le sigue la pista y sus antiguos compañeros de negocio quieren acabar con él. ¿Quién le había dejado aquello en el sobre? ¿en qué había estado trabajando esos dos años? Las piezas del puzzle comienzan a encajar pronto en el texto de los cincuenta y un poco más tarde en la película de los 2000. El proyecto es la creación de una máquina que predice el futuro y el remitente de los objetos es él mismo, que ha visto su propio destino antes del borrado de cerebro. Algo más tarde descubre, además, que el hecho de la máquina pueda predecir acontecimientos venideros, los termina provocando (plagas, bombas atómicas, lo normal...), con lo que hay que acabar con el artilugio en cuestión.

El protagonista va descubriendo poco a poco el significado de los objetos
No entro en el final de la historia porque, en mi opinión, no está a la altura del concepto ni quiero entrar en terreno spoiler. Pero el hecho de conocer los acontecimientos futuros y que el protagonista intente interferir en su propio libre albedrío desde un pasado que no recuerda para modificarlo y generar una nueva línea temporal es toda una proeza narrativa. Y en ningún momento viaja en el tiempo, solo ve el futuro a través de una ventana. El efecto de la clásica visita del yo del futuro al yo del pasado para proporcionarle una información valiosa para su superviciencia se invierte magistralmente gracias a la falta de recuerdos; es el yo del pasado que se comunica física (y postalmente) con su homólogo del futuro y le ayuda anticipándose a la calamidad, primero universal y luego propia.

Así predicen el futuro los protagonistas de Paycheck (2003)
Analizando detenidamente el engranaje del juego que nos propone el autor, entramos en barrena, sí. La predicción que Jennings hace de sí mismo y cómo va a ir necesitando los objetos es lineal e inalterable. Es decir, que si nos atenemos a la lógica del efecto mariposa, él no puede ver qué va ir necesitando según los va usando porque modifica los acontecimientos. Ya empleado el primer objeto la progresión prevista se alteraría y el resto de su visión sería 'falsa', con lo que la premisa de toda la historia no tiene ningún sentido. Una lástima cuántica, la verdad.

Dicho esto, si tenéis oportunidad de pillar el relato o ver la película tras esta crítica, os lo recomiendo. No tanto que vayáis a ver la última de X Men por el título o por su amago de trama de viajes en el tiempo. Eso sí, si simplemente sois fans la saga (y/o, también de Herr Michael Fassbender), pasaréis muy un buen rato de acción y Fx. Os dejo que voy a mirar el buzón...

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